jueves, 28 de enero de 2010

Breves y enigmáticas


Siempre me han fascinado esas novelas breves y enigmáticas que en realidad no son novelas, esos libritos cuyo significado final se nos escapa porque es posible que no exista ningún significado final, porque el autor maneja unas claves que nos escamotea tramposamente, transformando el texto en apariencia narrativo (muchas veces vendido como novela, nouvelle o cuento largo) en otra cosa, un artefacto poético, híbrido, una especie de alucinación o sueño, una suerte de enigma al que volver y del que solo podremos extraer belleza y extrañamiento, del que siempre nos faltará alguna clave. Su lectura suele ser desasosegante como todo aquello que no responde a unos parámetros de sensatez. (Existen novelas muy buenas, acaso las mejores, que son una auténtica locura escrita desde la sensatez). En lo más alto de mi listado de libros breves y extraños se encuentran dos títulos: En las alturas, de Thomas Bernhard, y Amberes, de Roberto Bolaño, ambos leídos hace algún tiempo. Junto a estas obras inclasificables, conviven otros títulos igualmente marcianos. Esta lista no persigue la exhaustividad. Lo único que pretende es aclarar a través del ejemplo lo que he querido decir, pero me temo que la heterogeneidad de obras y autores tan solo conseguirá añadir más bruma a la cuestión. Me parece perfecto.

- El hombre sentado en el pasillo, de Marguerite Duras.
- El pozo, de Juan Carlos Onetti.
- Thomas el oscuro, de Maurice Blanchot.
- La mujer zurda, de Peter Handke.
- Monsieur Teste, de Paul Valéry.
- Péndulo y otros papeles, de Cristóbal Serra.

¿Alguna recomendación?