jueves, 11 de febrero de 2010

3 por 2

Prólogo de José María Cumbreño para Limpieza y absorción, de próxima aparición.

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Si se lee apresuradamente el título de este libro, uno puede pensar que dentro de él va a encontrarse con un folleto publicitario donde se enumeran las ofertas del mes en artículos de cocina y menaje del hogar.
Limpieza y absorción.
Pague dos y llévese tres.
Menos mal que sólo hace falta echarle un vistazo al primer texto para darse cuenta de que lo que tenemos entre las manos es poesía. Y de la mejor. De la que escuece e incomoda. De la que deja manchas en el suelo que no hay forma de lograr que desaparezcan.
Y eso es algo que esta sociedad de la asepsia y el exceso de higiene no está acostumbrada a permitirse.
Porque hay suciedad con la que la lejía no puede.
Restos, marcas, huellas.
Posos como el de la infancia, que viaja en el soberbio poema Flashback saltando desde las viejas películas de súper 8 a los modernos cedés.
O el de las orlas a las que se asoman decenas de desconocidos en Graduados en la Fort Meyers, Florida.
No sé lo habilidoso que es Javier Cánaves con la bayeta en la mano, pero sí conozco el talento con el que maneja las palabras. Desde que en 2001 publicó su primer poemario, la obra de este joven escritor mallorquín no ha hecho sino crecer y evolucionar hasta convertirse, por méritos propios, en una de las propuestas más interesantes de la última poesía española. Y, desde luego, Limpieza y absorción va a suponer una referencia no sólo en la producción de Javier Cánaves, sino también entre la del resto de escritores de su generación.
Sin estridencias, a través de un proceso de depuración en el que la sencillez (sólo aparente) implica un conocimiento del oficio fuera de lo común.
Oficio + sensibilidad.
Con este título, la editorial Delirio consolida el prestigio de un catálogo que, en poco tiempo, ha logrado atraer la atención de los lectores más atentos.
Sirvan para demostrar lo dicho textos tan espléndidos como Estación de servicio, La tumba de Lorís-Melikov, A prueba o El don de la inmortalidad, aunque, si hubiese citado otros, también valdrían como ejemplo.
El caso es que Limpieza y absorción conforma un conjunto sin altibajos, lo que resulta complicadísimo cuando se lee un libro de poesía, donde lo normal es que el grano conviva con la paja. Sin embargo, insisto, éste no es el caso, pues aquí todo está medido, equilibrado.
Pague dos metáforas y llévese tres.
Espero que firmar un poemario tan sólido y redondo como éste le sirva al menos a Javier Cánaves para consolarse del hecho de que (reconocido por él mismo), de todos modos, las modelos nunca se acuestan con poetas. Sus razones tendrán.
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No puedo más que agradecer estas palabras, sin duda exageradas, pero que festejo con entusiasmo. Gracias.

(Cuesta arrancar con esto del autobombo, pero una vez en marcha resulta imparable)