jueves, 1 de abril de 2010

LITTLE GIRL BLUE



Decir que ahora suena Nina Simone y que pienso en ti,
en tu glorioso cuerpo desnudo de mulata caribeña,
puede que ayude a pasar estas horas.
Recrear aquellos encuentros, un quinto sin ascensor
en la Barceloneta, con olor a fritanga,
ropa interior tendida, una radio estridente,
y tus caderas subiendo a un palmo de mi nariz.
Qué poco basta para que el mundo entero desaparezca,
qué fácil olvidar el tedio de después,
la cansina conversación sobre familia y papeles,
esos trámites burdos,
ese pasar las horas hasta de nuevo tenerte
donde más te quería, entre mis piernas,
o con tus nalgas duras rozándome los labios.
Te hacía gracia lo de poeta. Me ponías canciones horribles,
todas iguales, patéticamente desesperadas,
para que me fijara en sus letras. Pura poesía, decías,
y yo sólo quería volver a hurgar dentro de ti,
llevarme a la boca esos pezones oscuros,
desproporcionadamente anchos,
tu aliento sexual y primitivo,
eso que sabes que un día te dolerá.
Hasme gosar, papito, eso sí era poesía,
yo retrepado a tu grupa, sudando todas las cervezas
y los más de cien escalones, el cansancio acumulado,
todas aquellas estúpidas despedidas
hasta llegar al agujero cálido de tu amor.
Hasme gosar, papito... Y ahora Nina Simone,
Little Girl Blue, como si tuviera algo que ver,
como si tú supieras quién era Nina Simone,
como si me escociera no tenerte entre mis sábanas
ahora que pienso en ti, ahora que al fin me duele
como siempre supimos –tú también lo sabías–
que tenía que ser.
.
.
.