viernes, 23 de abril de 2010

Viajar, escribir, follar / De vacaciones hasta el 15 de mayo

Mañana parto para México. Aprovecho esto para transcribir algunas notas que escribí sobre el hecho de viajar. No son más que desbarres, improvisaciones en torno a una idea, sospechas que no conducen a nada:

Uno viaja para escribir libros. Quien dice escribir libros dice escribir canciones, sentirse interesante, saturar la memoria de nuestro ordenador –que viene a ser nuestra propia memoria– con imágenes felices que al final terminarán por ser tristes. La esencia del tiempo es la tristeza. Esto, los motivos del viaje, es perfectamente compatible con la intención de no escribir libros ni canciones ni practicar posturitas de autoayuda frente al espejo.

Escribir libros es algo así como follar. Es cierto que lo primero cansa más, pero al final la intención es la misma. Descargas, procreas, intentas parecer bueno o mejor de lo que eres. Viajar, escribir, follar, tres caras de una moneda imposible.

Entretenerse por el camino, buscarle algún sentido a la vida. Al final las razones son teológicas. No conozco a gente con más fe que los ateos.

Regreso el 15 de mayo. No recuerdo la última vez que tuve tres semanas seguidas de vacaciones. Quizá no lo recuerdo porque esa vez no existió. En este sentido, es como volver a la época universitaria.

Del DF iremos a Villahermosa. Nos detendremos en Palenque. Recorreremos Chiapas para acabar en el Pacífico. De Tuxtla viajaremos a León para pasar los últimos días en Guanajuato.

20 días en México dan para, ya de regreso, escribir un nuevo Bajo el volcán, pero no seré yo quien lo haga. Mi aguante y mi talento son limitados.

Hubiese preferido ser músico.

Lo que no voy a contarte es mi reencuentro con Cony.

Tendrás que imagínatelo (si quieres).