martes, 1 de junio de 2010

Otro artículo sobre la crisis


La peña está fatal. Debe ser por la crisis. Los llamados efectos colaterales. Me explico. Se presenta en la oficina un tipo ataviado con un chándal blanco. Por un momento pienso que se trata de un operario de mantenimiento. Pero no. El tipo quiere hablar con alguien de la obra social. No existe tal departamento, pero el nuestro es el que más se aproxima. Estoy solo, así que me toca. Se presenta. Nos estrechamos la mano. No se anda con rodeos. Necesita financiación para un gran proyecto. Se trata de una conferencia. Ya no recuerdo el tema. Una conferencia a escala planetaria, eso dice. Me lo quedo mirando. Debe ser una broma, pero no. El tipo no se ríe. Dice: “Soy famoso a nivel mundial”. Me entrega un folio. En él ha escrito lo que necesita. “El presupuesto es innegociable, lo demás se puede hablar”. Me fijo en la cantidad solicitada. 24 millones de euros. Ha de ser una broma. Me entra la risa. El tipo del chándal blanco se esfuerza: “Podríamos traducirlo al mandarín, imagínese la repercusión. Potencialmente se trata de un negocio muy rentable”. Asiento. Pongo mi mejor cara de hombre de negocios. “No tenemos intereses en China”, explico. “Quizá sea el momento de crecer, ¿no le parece?”. Miro a ambos lados, por si alguien nos estuviese escuchando. Me esfuerzo por parecer razonable. “Así como están las cosas, no es el mejor momento”. Parece comprender. En cambio, me suelta: “No hay mejor defensa que un buen ataque”. Está como una regadera. “No quisiera darle falsas esperanzas”, digo. El tipo suspira. De pronto siento lástima. “Si quiere”, concedo, “puede dejarnos el folio, nunca se sabe”. Pero no quiere. “Sólo tengo unos pocos”, dice. Antes de irse, le deseo suerte.

ULTIMA HORA, 01/06/10