No me gustan los estados, pueblos o comunidades que se rigen por leyes religiosas. No me gusta que se discrimine a nadie por su condición sexual. No me gusta que a una lapidación por adulterio no se le dé el nombre de lo que realmente es: una auténtica salvajada injustificable. No me gustan los toros. No me gusta que se prohíban los toros. No me gusta el populismo. No me gusta Belén Esteban. No me gusta que media España adore a Belén Esteban. No me gusta el exceso de banderas, con independencia de su color. No me gusta que paguen justos por pecadores. No me gusta la palabra pecado. No me gusta Rouco Varela. No me gusta que el Consorcio de la Playa de Palma quiera derribar viviendas de trabajadores y pensionistas y no hoteles obsoletos. No me gustan las dictaduras, incluida la dictadura de lo políticamente correcto. No me gusta el ojo por ojo o el yo soy la justicia. No me gustan las pelis de Van Damme. No me gustan los insectos. No me gustan los que escuchan música a todo volumen en la playa o los que hablan por el móvil a los gritos. No me gustan los que son incapaces de reírse de sí mismos. No me gusta la moda de ir mostrando calzoncillo (con los tangas soy algo más indulgente). No me gusta el todo vale. No me gusta la malentendida discriminación positiva. No me gustan las frases imbéciles y discriminatorias del tipo “a mí los maricones me caen bien”. No me gusta que los responsables de la programación televisiva nos tomen por tontos. No me gusta el hígado salvo en el frito mallorquín. No me gustan las mujeres que no se depilan los sobacos. No me gustan los polos Lacoste. No me gustan las personas (voy terminando) a las que les gusta alardear de las cosas que no les gustan.
ULTIMA HORA, 17/08/10