miércoles, 4 de agosto de 2010

Descolocado


Vivo permanentemente descolocado. No encuentro un lugar mental en que estarme tranquilo. Esto suele acarrearme problemas de sociabilidad. Los de derechas me creen de izquierdas; los de izquierdas, de derechas. Los amantes de una España unida sin fisuras me ven como un separatista; en cambio, los separatistas ven en mí al peor de los españolistas. No siento excesivo orgullo por el hecho de ser español, no obstante, si algún foráneo habla mal de España salto a defenderla con determinación inquisitorial. Esto mismo es aplicable tanto a Mallorca como a mi ciudad natal. Amo la poesía y, sin embargo, no aguanto más de diez minutos rodeado de poetas. Cada día ando más alejado de la novela, lo cual no es óbice para que siga intentando escribir una de la cual sentirme satisfecho. Irremediablemente, me siento atraído por autores considerados poco recomendables por la intelectualidad de izquierda tales como Albert Caraco, Louis-Ferdinand Céline, Ezra Pound, Pierre Drieu La Rochelle o Josep Pla, lo cual no impide que, si me encuentro con alguien que defiende ideas similares a las que en algún momento pudo defender alguno de estos autores, me entre urticaria y me vea obligado a salir corriendo o a arremangarme la camisa. Cuando estoy en pareja, añoro aquellos días de soltería; por otro lado, cuando estoy solo, siento nostalgia de las bondades de la vida marital. Soy capaz de enarbolar un discurso incendiario contra de la paternidad siendo mi hija lo que más quiero en este mundo. Sin duda, lo mío es de siquiatra. No logro comprenderme y, sin embargo, me pongo furioso si alguien dice no comprender mi postura. Necesito ayuda profesional, ciertamente. También acepto la divina.

ULTIMA HORA, 03/08/10