miércoles, 27 de octubre de 2010

Se necesitan sensatos


Uno se pasa la vida luchando contra el hastío. Hay quienes optan por casarse y tener hijos, los hay que se conforman con escarceos sentimentales de baja intensidad, los llamados adictos al romance. Existen diferentes armas, todas ellas combinables entre sí. Además del matrimonio, la paternidad y el sexo, tenemos las distintas disciplinas artísticas, el alcohol y los viajes. Al final todo resulta insuficiente. El hastío siempre termina por regresar. Habita en nuestra sangre. Los hay afortunados, gentes de pocas inquietudes o de inquietudes que solo afectan al lado práctico de la vida, que no conocen el hastío del que hablo. Gozan de una salud envidiable. Sienten extrañeza frente a nuestros accesos de desesperación transitoria, lo cual es del todo normal. Nos llaman inmaduros, teatreros o directamente enfermos. Graham Greene solía decir que no entendía cómo alguien que no escribía, no pintaba o no creaba podía soportar esta vida. Me tomaré la libertad de responder al gran escritor británico. Soportan esta vida precisamente por no escribir, por no pintar, por no crear. Mis amigos artistas son unos adictos incorregibles a la desesperación, así combaten el tedio. De hecho creo que no son felices si no hallan motivos para desesperarse. Alguno de ellos decidió dejar este juego enfermizo y ahora es una persona de vida tranquila que no para de repetir, como justificándose, lo feliz que se siente, lo inteligente de su decisión. Nosotros nos alegramos, faltaría más. Que su producción artística haya decaído o desaparecido es lo de menos. Si sobra algo en este mundo son artistas o supuestos artistas. Necesitamos más gente tranquila, sensata, sin inquietudes artísticas de ninguna clase.

ULTIMA HORA, 26/10/10