martes, 5 de octubre de 2010

Si dejaste perder un gran amor


Vive tu ciudad como si se tratara de una ciudad extranjera. No cada día, pero sí una o dos veces por semana. Es la única manera de no terminar odiándola, de sobrevivir en su día a día laboral y predecible. No es complicado, debes creerme. Se trata de coger la moto, el autobús de línea, de ponerse a caminar y detenerse en un barrio que no sueles frecuentar. No hace falta vivir en Madrid o Barcelona para que tenga sentido. Patea sus calles, detente en las esquinas, descansa en el banco de un parque mientras las madres vigilan a sus hijos. O métete en un bar y toma asiento de tal modo que puedas ser testigo de lo que allí acontece. Nada en apariencia, un universo en realidad. No es preciso desplazarse hasta el planeta que orbita alrededor de la estrella Gliese para conocer otro mundo. No es preciso retroceder en el tiempo ni impostar tu personalidad para ser un explorador, un astronauta, el último habitante lúcido del planeta. Entabla conversación con los parroquianos, el tiempo y el fútbol son los temas universales de hoy, no te van a fallar. Si no te apetece, lleva contigo un libro, preferiblemente un libro de poemas. Así, entre poema y poema, podrás alzar la vista y descansar los ojos en el relato costumbrista que tendrás frente a ti. Cuando empiece a oscurecer, camina un poco más. Si dejaste perder un gran amor, es el momento de pensar en él, eso sí, no más de cinco minutos, a no ser que quieras acabar el día lamentando tu existencia. Después toca regresar. Estaría bien hacerlo escuchando música. Algo ligero, vagamente alegre, vagamente nostálgico. ¿Anni B. Sweet? Es una buena opción, desde luego. Por mi parte, ayer me decanté por The Tallest Man on Earth.

ULTIMA HORA, 05/10/10