sábado, 4 de diciembre de 2010

Necesito una ducha, salir de casa, escuchar otra vez Patience, de Micah P. Hinson

Ahora debería estar en Madrid, caminando bajo la lluvia al compás del castañeteo de mis dientes. Tenía la maleta preparada, los libros. Tres fueron los escogidos: No voy a salir de aquí, de Micah P. Hinson; Frágil [Antología 2001 – 2009], de Eva Vaz; y Amor, duelo, contradicciones, de Erich Fried. Para compensar el acto terrorista de los controladores, los dioses, que siempre fueron buenos conmigo, me regalaron una mañana inesperadamente soleada (jamás miro las predicciones meteorológicas). Después del café con leche y de intercambiar mensajes con mi cicerone madrileña, me instalé en la terraza de casa. En manga corta. Empecé con la novelita de Micah Paul. En la solapa puede verse una foto del cantante nacido en Memphis. Posa sujetando una escopeta con ambas manos, a lo William S. Burroughs. Debí permanecer dos horas en la terraza. A ratos cerraba los ojos y me dejaba llevar. Cansado de sol (parece mentira, pero fue así), me instalé en el sofá. Me acurruqué en posición fetal y me quedé dormido. Soñé que soñaba dentro del sueño. Nunca me había pasado. Me hallaba frente al ordenador, tecleando como ahora. De pronto me sentía muy cansado y decidía reposar mi cabeza sobre el escritorio. Al instante me quedaba dormido. Soñaba que estaba en el sofá leyendo una novela junto a una amiga. Había tensión sexual, si bien yo trataba de disimularlo. Ella se arrimaba a mí. Quería leer lo que yo leía. Entonces oí un sonido de llaves procedente de la puerta principal, como si alguien tratase de entrar en el piso. Me asusté y quise incorporarme. Esto me despertó. Sueño y realidad se entremezclaban y no sabía muy bien qué había pasado. Después me he preparado una sopa. He visto un rato por la tele el homenaje-despedida que le hicieron a Carlos Moyá. Aprovechando un corte publicitario (me engancho a cualquier cosa), he apagado la tele y he empezado a leer los poemas de Eva Vaz. Algunos me han dejado con la boca abierta, como por ejemplo el poema Disculpas. ¿Cómo no había leído antes a esta poeta? Ahora son las siete. Necesito una ducha, salir de casa, escuchar otra vez Patience, de Micah P. Hinson.
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