martes, 31 de mayo de 2011

Negocios


Trata de disimular. Nunca mezcles los negocios con los sentimientos si no quieres destrozar tu corazón. Tampoco vayas a preocuparte demasiado. Muchas veces, destrozar tu corazón es cosa buena. Pasado el arrebato llorón, un mundo nuevo se abre frente a ti. Se trata, en realidad, del mundo de siempre, viejo como el poder del dinero y el sexo, pringoso como ambos, qué te voy a contar que no hayas visto en películas o en el olor de tus poluciones nocturnas. Pero te estaba aconsejando disimulo. Todavía estás verde. Dejemos lo de la vida nueva para el sermón de los domingos o los anuncios de tele-tienda. No digas lo que piensas salvo que no pienses nada. Entonces habla, practica frente al espejo, alza el puño y dibuja un conejito. Cuida tu dentadura, utiliza siempre camisas planchadas, afíliate a un partido legal. Cosa rentable, la política. Llévate bien con los bancos, serán los últimos en caer. Sé que a nuestro modo de vida le quedan cincuenta, ochenta años como mucho, pero éste no es tu problema. No dejes descendencia tras tu muerte. Pensar en hijos debilita y una premisa inexcusable para el líder de hoy, para el líder de todo tiempo, es no cargar con muchos escrúpulos. Que sean otros los porteadores. Para cuando los bárbaros lleguen (y lo harán, no lo dudes, de hecho están viviendo entre nosotros), tú ya serás un cadáver. Entonces no tendrá ninguna importancia que saqueen la tumba en la que andes pudriéndote. Sólo los ignorantes o los románticos le dan importancia a tales cosas. Y nunca olvides, bajo ninguna circunstancia, lo que dije al principio: no se deben mezclar sentimientos y negocios, ¿entendido? Todavía estás verde, pero tienes madera.

ULTIMA HORA, 31/05/11