Esta noche soñé
con dragones y abejas,
y fue el sueño tan vívido
que, al despertar, me puse
a revolver las sábanas,
no fueran las criaturas
a darme otra sorpresa.
Como era de esperar,
nada encontré. Tan sólo
algunos pelos negros
y una mancha amarilla,
inequívoco fruto
de la ingrata abstinencia.
Después abrí cajones,
registré el mini-bar
y el armario a conciencia,
puse patas arriba
toda la habitación
en un esfuerzo inútil:
se habían esfumado.
Aunque ya he descubierto,
por algunos indicios,
el lugar donde habitan
cuando no me torturan.
Mañana mismo dono
mi rencor a la ciencia.
De Al sur de todo mapa (2001)