martes, 25 de octubre de 2011

Un sueño político


Tuve un sueño, un sueño político, y no del estilo Martin Luther King. No me encontraba frente al Monumento a Lincoln, sino en una habitación de paredes blancas únicamente amueblada con un escritorio igualmente blanco. Desconocía el motivo de mi estancia en aquel lugar. Sabía que algo importante iba a suceder. Entonces sonó el teléfono. Una voz pregrabada anunció que acababa de ser nombrado Primer Canciller Europeo. Lo primero que pensé fue que aquello me iba a dar muchos quebraderos de cabeza, que probablemente tendría que abandonar la literatura. Este pensamiento me jodió más que la propia conciencia del trabajo y las responsabilidades que se me venían encima. Mientras aguardaba a que alguien viniera para felicitarme y explicarme, ya de paso, qué se esperaba de mí, medité sobre mi nuevo cargo. En el sueño, Europa era un solo estado con una única lengua oficial: el inglés. Al fin se había acabado con la maldición bíblica. En vez de alegrarme, me entró el agobio, ya que mi conocimiento de esta lengua es más bien rudimentario. Me alivió algo el hecho de pensar que la gente no espera gran cosa de los discursos políticos. Después, en un claro ejemplo de mi profundidad de pensamiento, decidí que mi primera decisión como PCE consistiría en dividir la Liga Europea de Fútbol (actual Champions League) en dos bloques, al modo NBA. También pensé en lo tristes que estarían Arzallus, Mayor Oreja, Duran i Lleida o José Bono, es decir: los grandes patriotas ibéricos. Una vez despierto, no sentí alivio. Tampoco decepción.

ULTIMA HORA, 25/10/11