Desde hace unas semanas no guardo ni un solo mensaje en el móvil. Así planeo más ligero. El peligro estriba en no poder enfilar, llegado el momento, la pista de aterrizaje. Asesorado por el cantante y composit or Paco Cifuentes, estoy dejando los cubatas para centrarme más en el vino. Sólo volveré a los güisquis con Sprite en las noches de largo recorrido, más que nada por las resacas. Aconsejado por mi amigo Samuel Rodríguez, alias El detective amaestrado, empecé a leer Los poseídos, de Elif Batuman, novela-ensayo que recomiendo a todo aquel que recalé aquí. Me he percatado de que, últimamente, sin pretenderlo, genero agresividad. El otro día hablaba de cine con una amiga. Para mi sorpresa y disgusto, me interrumpió para espetarme en plena cara: “Ahora mismo me das bastante rabia”. En aquel momento estaba perorando sobre Aki Kaurismäki, el director finlandés, y su desprecio por la verosimilitud. La otra noche, aburrido, tecleé la palabra “crisis” en el buscador Google. Las páginas encontradas fueron 535.000.000. Hice lo mismo con la palabra “sexo”. Resultado: 303.000.000. Ya no tengo ninguna duda: el mundo está fatal. Después de charlar durante un par de horas con un amigo en crisis laboral y sentimental, llego a la siguiente conclusión: mientras que el ser verdaderamente sensible e inteligente se esfuerza por parecer superficial y un tanto bruto, el más plano y básico se empeña en aparentar sensibilidad y hondura. Al llegar a casa, ya no estaba de acuerdo con este dictamen. A veces, es verdad, doy bastante rabia.
ULTIMA HORA, 18/10/11