jueves, 19 de enero de 2012

Volvemos a lo de antes. Tres artículos del mes de enero

Un artículo carca

Decidimos pasar parte del día en Festival Park. Es lo que tiene tener hijos. Ciertos excesos se hacen inevitables. Para comer, optamos por una pizzería. En la mesa más cercana a la nuestra, había una pareja joven. No tendrían más de 20 años. Tanto él como ella andaban totalmente concentrados en sus respectivos teléfonos móviles, como si hubiesen ido solos a aquel restaurante y sólo el azar les hubiese hecho compartir mesa. Debían chatear, twittear o facebookear. Imagino que les contaban, a sus respectivos amigos conectados, lo bien que lo estaban pasando. Puede que les informaran de lo que acababan de pedir para comer. Admitamos que se lo estaban pasando de coña, que no es un tema baladí conocer los ingredientes de la pizza que se va a comer tu amigo. La cuestión no es ésta. Lo que llamó mi atención fue la paradoja evidente. Aquella pareja de adolescentes simbolizaba a la perfección lo que son los tiempos actuales. Seguramente se estaban comunicando con varias personas a la vez, ubicadas, estas personas, en diferentes puntos de España o, por qué no, del mundo. En cambio, esos dos adolescentes, sentados uno enfrente del otro, no se dirigían la palabra, como si emplear las cuerdas vocales fuera un atraso, una estupidez. ¿Por qué hacerlo si puedo utilizar mi dispositivo móvil? El mundo, pensé, cada vez es más estrecho, nos hemos cargado el misterio y, además, ya no sabemos comunicarnos con las personas que tenemos a nuestro lado. ¿Suena carca? ¡Qué desastre! Y eso que aún no cumplí los 40.

ULTIMA HORA, 03/01/12


Como un cirujano

Ella creía que por el hecho de tener algunos libros de poemas publicados yo era alguien especialmente sensible. Esto me divertía bastante, pero, pese a la diversión, trataba de hacerle ver el error en que se hallaba. Le explicaba que, en todo caso, mi sensibilidad era una sensibilidad concreta, utilitaria. En los demás aspectos, era tan sensible como cualquiera. Digamos que me hallo en la media, si bien puede haber alguna ex que me considere por debajo. En fin, ella se negaba a creerlo, pensaba que no era más que pose por mi parte, ganas de fastidiar. Es posible que algo de esto hubiera, no lo niego. No soy un tipo fácil, la verdad. Otra cosa que me divertía era la visión que tenía del hecho creador. Imaginaba que escribir un poema era algo así como un arrebato, como un dejarse llevar por fuerzas superiores, por un clímax del apasionamiento. Yo le aclaraba que, al enfrentarme a un poema, me convierto en una especie de cirujano. Me explico. Los cirujanos, para hacer bien su trabajo, necesitan olvidar que lo que tienen entre manos es el cuerpo de una persona concreta. Deben cosificar ese cuerpo. Deben olvidar su naturaleza humana, olvidar los sentimientos, actuar con frialdad. Si dejan que el sentimentalismo entre en escena, pueden cagarla a lo grande. Así me sucede cuando me siento a escribir un poema. Trato los sentimientos igual que un cirujano el cuerpo que ha de operar. Sopeso las palabras, tomo distancia, calculo lo necesario para producir el efecto deseado… Normal que se largara.

ULTIMA HORA, 10/01/12


La tentación del articulista

Y sí, al fin me ha llegado ese momento que llega a todo articulista después de varios años de oficio. Suele ocurrir en mañanas de resaca, como la de hoy, o en noches con jaqueca después de una jornada agobiante de trabajo. Tienes que escribir un artículo, no puedes demorar más su entrega, y no te sientes en forma. Puedes forzarte a escribir, de hecho es lo que haces, pero estás convencido de que nada de lo que digas resultará interesante. Sólo quieres tumbarte y descansar. Y entonces irrumpe la tentación. ¿Y si les enviara un artículo escrito y publicado hace años? ¿Quién se daría cuenta? Después de más de cuatro años escribiendo un artículo semanal, esta opción empieza a ser viable. ¿Alguien recuerda lo que escribí en octubre de 2007, por poner un ejemplo? Es posible, incluso, que los correctores del periódico, que los encargados de su maquetación, que el responsable de la sección donde se insertan estos artículos, ya no sean los mismos. ¿Y qué decir de los lectores? ¿Existen lectores tan fieles y con tanta memoria? Es probable que articulistas como Enrique Lázaro o Emili Gené tengan este tipo de lectores, pero ¿yo? La cuestión es que relees artículos antiguos, cuanto más alejados del presente, mejor. Para que el fraude pueda realizarse con éxito, es preciso que el artículo verse sobre un tema genérico, atemporal, como por ejemplo el desamor o la desgana. ¿Seré capaz?, te preguntas. Finalmente, el miedo o la ética triunfan y acabas escribiendo un artículo como éste.

ULTIMA HORA, 17/01/12