martes, 10 de abril de 2012

Steinburg blues

Estarás en un restaurante de lujo dejándote invitar por tu última conquista, desplegando tu arsenal curtido en mil batallas, bailando un tango incendiario con las ganas de tu acompañante, mientras yo escucho a un grupo de mujeres cantar en el karaoke. Una despedida de soltera, improvisada banda sonora de esta noche de sábado. Reina una luna que obliga a aullar al más puro estilo licántropo, por supuesto, hollywoodiense. Sólo me falta averiguar si tus besos harían más triste este momento. A falta de algo mejor, me quedo con la duda y todo el cargamento que logré interceptar. Los contrabandistas nunca dejamos de serlo. Efectivamente, Steinburg me acompaña. Ya sé: siempre me faltó glamour. Pero en los momentos complicados, uno sólo puede contar con los buenos amigos, los de verdad. En nada me sumergiré en la noche, la luna obliga, para cantarles a todas las mujeres que hicieron imposible nuestra historia el éxito privado que sabemos, el mismo que una vez te susurré mientras nos marcábamos un lento de infarto. Era un sábado también con luna y mejor lo dejo porque esto empiezo a parecer una canción de Los Rebeldes, ¿te acuerdas? Qué triste que ahora suene Ricky Martin en las voces borrachas de mujeres felices y espectrales. Qué triste conocer el número siguiente sin nada que apostar en los bolsillos, estrangular a Steinburg sin piedad, como si él fuese el verdadero culpable. Siempre fue mejor cantar un blues que protagonizarlo. Créeme si te digo que yo también quiero cantar, pero no sé la letra.

ULTIMA HORA, 10/04/12