martes, 31 de julio de 2012

Palabras puñeteras

Confianza, señores, qué palabra. De un tiempo a esta parte se ha hecho versátil, extraña, huidiza. Es tan maleable como esa otra palabra puñetera. Me refiero a la palabra radical. Cómo cambia según la boca que decida acogerla. ¿Conocen el chiste? Un presunto alborotador callejero le pregunta a un señor encorbatado si es un radical, a lo que el señor respetable contesta que no, que él jamás lanzaría huevos a un policía o a un político, pues él se limita a matar (literal o metafóricamente) a millones de desgraciados desde la comodidad de su despacho. Sin violencia. Con una llamada o un botón. Sin mala conciencia. Y sí, esto es otra palabra bastante cabrona. Me refiero a violencia, si bien podríamos referirnos a la palabra conciencia, claro. Porque todo es relativo, y más en estos tiempos. Hay políticas amparadas por mayorías que pueden resultar violentas. Llamar a la violencia. Convocarla. ¿Y cómo medir luego la proporcionalidad de la respuesta? Aquí nos encontramos con otro gran problema, el de la proporcionalidad. ¿Cómo se mide si una respuesta es proporcional? ¿Por el número de afectados? ¿Por el mal causado? Por otro lado, sería bueno saber a cuánto cotiza (hoy en día todo cotiza) la dignidad humana. Y aquí tenemos otras palabras muy, pero que muy puñeteras, sobre todo cuando andan juntas (y últimamente lo hacen muy a menudo): dignidad humana. En cuanto podamos, le preguntaremos a Gallardón, experto en estas lides. En fin, tengamos confianza, señores. ¿En qué? ¿En quiénes? Esto no lo sé. 

ULTIMA HORA, 31/07/12