miércoles, 12 de diciembre de 2012

Conversaciones con Mario Levrero. Seis citas o fragmentos mientras yo agonizo levemente


 En mi opinión, lo principal, casi diría lo único que importa en literatura es escribir con la mayor libertad posible. En todo caso podés usar técnicas para corregir, pero jamás para escribir. Aunque en realidad siempre se usan técnicas, pero son técnicas propias que uno va descubriendo, o creando mientras escribe. Si usás técnicas aprendidas, son aprendidas de otros; así nunca escribirás con tu estilo personal, es decir, no se te reconocerá, por mejor escrito que esté el texto. 

 En mi sistema de categorías, la imaginación fabrica imágenes constantemente en base a recuerdos: exige más coherencia y da anécdotas más verosímiles; no inventa nada por sí sola. En cambio la invención conecta algunos cables intelectualmente y no se preocupa por la verosimilitud, sino que se conforma con narrar como se pueda el argumento inventado. Tampoco da un estilo personal: con la literatura tiene un parentesco medio lejano. A esos críticos que se entusiasman con un relato de ese tipo, donde prima el ingenio, habría que preguntarles qué les pasa si lo leen por segunda vez, por tercera vez, por cuarta… El buen lector vuelve a leer lo que le gustó y lo disfruta más en las sucesivas lecturas, ya libre de la cosa del ingenio y de los golpes de efecto. A mí me pasa también con el cine; me gustaría no ver una película por primera vez. Recién empiezo a disfrutar a partir de la segunda.

 Ser escritor no significa escribir bien (hay quienes escriben mal, como Roberto Arlt, o con un lenguaje poco literario, como Kafka, y sin embargo son grandes escritores), sino estar dispuesto a lidiar durante toda la vida con tus demonios interiores. Y esa lucha no puede ni debe ser impuesta desde afuera, sino que forma parte de la búsqueda o el encuentro personal de cada uno. 

 Hay que trabajar con la materia prima que uno tiene; toda experiencia personal es única e infinita y valiosísima, y es lo mejor que podés dar a los demás.

 La forma no es algo que se le cuelga a un texto, como quien da una mano de pintura. La forma es el texto; los contenidos tienen una importancia menor, y siempre se pueden transmitir por otros medios. La forma y el contenido son una sola cosa; no podés forzar una sin destruir la otra. No podés cambiar arbitrariamente de envase sin alterar el producto. 

 El estilo es innato; sólo tenés que dejarlo manifestarse. Los que luchan por fabricarse un estilo son los que no pueden mirar hacia adentro.