Entre el pulgar y el índice
la regordeta pluma se acomoda; confortable cual arma.
Y bajo mi ventana, el limpio y áspero sonido
cuando la pala se hunde en el suelo arenisco:
mi padre está cavando. Lo miro desde arriba
hasta que su costado que se esfuerza por entre los macizos de
flores
se dobla, y se levanta veinte años atrás
agachándose al ritmo de surcos de patatas
donde estaba cavando.
La tosca bota se acunaba en la pala, el mango,
rozando con la pierna, se levantaba con firmeza.
Él arrancaba los brotes altos, y enterraba muy hondo aquel
brillante filo
para desparramar patatas nuevas que nosotros cogíamos
encantados con su fresca dureza en nuestras manos.
¡Dios mío, y cómo manejaba el viejo aquella pala!
Exactamente igual que lo había hecho su padre.
Mi abuelo cortaba más turba en un día
que ningún otro en la turbera de Toner.
Una vez le llevé leche en una botella
con un descuidado tapón de papel. Se enderezó
para beberla; luego se inclinó de nuevo a la tarea
cortando y rebanando con esmero, arrojando terrones
por encima del hombro, ahondando más y más
en busca de la turba buena. Cavando.
El olor frío del mantillo, el chapoteo y el golpe
de la turba empapada, los secos cortes del filo
atravesando las raíces vivas despiertan en mi cabeza.
Yo no tengo una pala con que seguir a hombres como ellos.
Entre el pulgar y el índice
la regordeta pluma se acomoda.
Yo cavaré con ella.
------
“Digging” (Cavando) es el primer poema del libro Death of a Naturalist (Muerte de un naturalista)
y, como cuenta Margarita Ardanaz, traductora de la edición que publicó Hiperión
en el año 1991, se trata de uno de los poemas más característicos de Seamus
Heaney (Premio Nobel de Literatura 1995).
No soy un experto en el poeta irlandés. En realidad, no soy
experto en nada. Me gusta este poema de Heaney. Habla de la fuerza nacida de
una limitación o imposibilidad. Habla de una poética concreta, la del autor. Habla
de cavar con una pluma para desparramar patatas y turba, es decir, sentimientos,
es decir, combustible. Habla de una deuda. Es un poema de amor. Es un poema triste
pero también es un poema feliz. Es un poema sobre la identidad, sobre el paso
del tiempo. Es un poema esperanzado.
Además, releer este poema ha traído a mi mente otro poema que
también remonta el árbol genealógico de su autor. Su título: “La cerca de
piedra”. Su autor: José María Cumbreño. Podemos decir que se trata de un poema que,
pese a su brevedad, contiene los elementos que definen a Cumbreño como poeta:
el despojamiento ornamental, la contención sentimental, la precisión en el
lenguaje, la ambigüedad en el mensaje. Sus poemas siempre tienen puertas por
las que respirar o huir. No en vano su poética reza así: “Todas las casas se
construyen con presencias y ausencias. / El ladrillo que se pone será un
muro. / El ladrillo que no se pone será una puerta”.
LA CERCA DE PIEDRA
Mi abuelo puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto su padre.
Mi padre puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto mi abuelo.
Límite. Linde.
Yo tengo una piedra en la mano.
Mi abuelo puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto su padre.
Mi padre puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto mi abuelo.
Límite. Linde.
Yo tengo una piedra en la mano.
------
Para terminar y volviendo al libro de Seamus Heaney, traigo
aquí de nuevo unas palabras de Margarita Ardanaz sobre el poeta irlandés: “Heaney
habla con propiedad definitiva porque habla de lo que conoce muy bien; habla de
lo suyo y con las palabras de su tribu”. Tal afirmación me ha recordado aquello
que decía Canetti: “Di tus cosas más personales, dilas, es lo único que importa. Las cosas generales están en el periódico". Tales palabras las utilicé para la confección de mis LECCIONES (con perdón) PARA FUTUROS POETAS (O PARA ALGUNOS POETAS EN ACTIVO).