—Últimamente pienso mucho en poesía.
—Supongo que hasta cierto punto es normal,
¿no?
—El problema es que lo hago en términos
apocalípticos.
—Intenta no ponerte en plan Bolaño.
—Vete a la mierda. No, lo que quiero decir es
que siento que la Poesía
quiere abandonarme.
—Estás melodramático. No son más que
altibajos. A todo el mundo le sucede.
—Es posible. Pero te voy a decir una cosa. Bueno,
serán dos: un propósito y un deseo. Espero no olvidarlos.
—Suéltalos.
—Abandonar la Poesía antes de que Ella me
abandone a mí. Y disponer de la
clarividencia suficiente para detectar el abandono.
—Me parece razonable.
—Pues eso.