lunes, 25 de marzo de 2013

EL PEATÓN, un poema o prosa poética o lo que sea de Jaime Sabines

Es bueno tener siempre un libro de poemas en el baño.

Durante muchos años me sentí identificado con el poema “Los amorosos”, de Jaime Sabines. No paraba de buscar, de huir, me repelía la conformación. Andaba como loco y al final de las noches, irremisiblemente, me sentía solo, abandonado, deportado, tuviera o no un cuerpo junto al que descansar. Creía que vivía al día, sin Dios ni Diablo, pero jamás le di la espalda a esta forma de ser conservadora y europea, quiero decir: con varios amortiguadores bajo mis pies. Hoy releo el poema y sonrío y siento nostalgia y alegría y una pizca de tristeza y pienso en cómo se transforma el amor, cómo a veces lo utilizamos de excusa, cómo nos duele y eleva todavía hoy… Pero no, he decido no copiar este poema. Finalmente me he decantado por “El peatón”:


   Se dice, se rumorea, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen porta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.
   Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta!
   Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas?
   ¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peatón.
   ¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.
   Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila. 


De Uno es el poeta. Antología