martes, 18 de junio de 2013

Ocurrencias, reflexiones

La novela está capacitada para absorberlo todo, es mutante y resistente, apta para todos los paladares, su esencia es la propia del capitalismo; en cambio, la poesía tolera peor según qué excesos, qué experimentos, su capacidad de absorber y mutar se halla restringida por su misma esencia, evoluciona muy lentamente, tiene algo de purista e impopular. Se asemeja más a algún tipo de régimen totalitario. Pero no, no debería caer en este tipo de reflexiones, no conducen a nada, es más, pueden granjearte enemigos. Lo tengo más que comprobado. Es cierto que las divergencias literarias, estilísticas, muchas veces resultan más insalvables que las ideológicas, sobre todo entre los jóvenes creadores, es decir, creadores de menos de cuarenta años, pero es que aquí lo estoy mezclando todo, si bien no me retrato y tampoco hablo de ideología. Por lo demás, es absurdo e infantil ir de tipo duro. ¿Ha parecido que lo hacía? Los malotes, al principio, deslumbran; después, con el tiempo, acaban aburriendo. Los buenotes, en cambio, aburren desde el principio. Antes que santón, es preferible ser un hombre bueno, en el sentido machadiano del término. Ya sé: soy una máquina de escupir ocurrencias sin mucha gracia y menos profundidad. Las voy acumulando, las ocurrencias, para después utilizarlas en la confección de artículos como éste. A la hora de ligar, lo tengo más que comprobado, no sirven de nada. Una última reflexión: este conjunto de ocurrencias, ¿constituye un autorretrato o es otra forma de ocultarse? 

ULTIMA HORA, 18/06/13