martes, 31 de marzo de 2015

4U-9525


Más allá de la tragedia (inconsolable) se oculta la incomodidad. La de saber que nunca podremos tenerlo todo bajo control. Dicen que Lubitz soñaba con aviones que se estrellaban. Después, todo resulta cristalino. No faltará quien demande la cabeza de su ex novia. Más veces de las que estamos dispuestos a admitir, ponemos nuestras vidas en manos ajenas, manos que pudieron romper una baja médica por estrés o depresión unas horas antes de cruzarse en nuestro camino. Pienso en un técnico de ascensores, en un cocinero, en un concejal de cultura… Para bien o para mal, no somos cien por cien dueños de nuestra vida. No lo olvido. Como tampoco olvido la frase del fiscal encargado de la investigación, Brice Robin, tras escuchar una de las cajas negras: “los gritos de pánico solo se escuchan al final”. Lubitz no sólo sesgó la vida de 149 personas. Habrá quien escuche esos gritos hasta el final de sus días.

ULTIMA HORA, 31/03/15