miércoles, 20 de enero de 2016

Cuerpo y mente


Ella se enamoró de mi mente, decía; yo, por el contrario, lo hice de su cuerpo (si bien jamás lo expresé de una manera tan clara). Con el transcurrir del tiempo, se acabó cansando de mis divagaciones, parecía que sólo se divertía conmigo en la cama. Curiosamente, me volví un experto en inventar excusas para mantenerme alejado del lecho conyugal. ¡Quién me lo iba a decir! Mi vertiente exploradora había mutado. Antes que en su cuerpo, ya conocido, prefería indagar en su mente, pero a ella aquellas conversaciones sin utilidad práctica la ponían de mal humor o simplemente la aburrían. No es que su cuerpo ya no me atrajera, digamos que la cosa se había mitigado y quería ir más allá, conocer otras vertientes. Era cuestión de meses que termináramos separados, dos extraños sorprendidos de haber compartido algo más que una conversación casual. No hubo drama más allá del protocolario. Como era de esperar, ella acabó conociendo otra mente; yo hizo lo propio con otro cuerpo.


ÚLTIMA HORA, 19/01/16