miércoles, 13 de marzo de 2019

Mejide-Espada



Cómo sustraerse a opinar sobre el affaire Mejide-Espada. Al ex jurado de OT hay que reconocerle el mérito, al alcance de muy pocos, de hacernos menos odiosa (al menos, durante un minuto) la figura del polemista Arcadi. Del espectáculo televisivo (tiene más de espectáculo que de polémica, a qué engañarnos) podemos extraer algunas conclusiones. Como, por ejemplo, que nuestra querencia por las hogueras públicas, precedidas de juicios sumarísimos (tan comunes en las guerras civiles y las redes sociales), sigue gozando de una fantástica salud. Que, como ya han apuntado muchos en diferentes foros, el sentimentalismo ha ganado por goleada al razonamiento sereno, de lo cual nuestros políticos tomaron nota hace tiempo. El relato sentimental (y, a la fuerza, simple) nos espolea; la argumentación más allá de los 140 caracteres (o 280) nos aburre. Lo importante es encontrar un mantra, una buena banda sonora, capaz de movilizarnos. Hay españoles de bien y españoles de mal, buenos y malos catalanes, etc. Del «me cae mal» colegimos de manera automática la falta de razón del reo, de ahí que sea del todo lógica la supresión del derecho de defensa. ¿Para qué perder el tiempo (y la audiencia) si está claro que es culpable?


ÚLTIMA HORA, 26/02/19