Es un tipo duro que no ha tenido una vida fácil y que se
pasa el santo día diciendo que a duro nadie le gana y que su vida, ay, no ha
sido un camino de rosas. Sabe lo que es la pobreza, el hambre, la traición, el
dinero fácil, las drogas, la cárcel, etcétera. Pese a todo, siempre fue alguien
de una sola pieza: inquebrantable, recto, con un hondo sentido de la lealtad.
Llegados a este punto, se apresura a decir que nunca fue un santo, que su paso
por la cárcel no fue un error, pero a lo hecho, pecho, en fin, imagino que ya
se hacen una idea. Con un tipo como él, Clint Eastwood levantaría una obra de
arte, pero el problema es que ha caído en mis manos y solo dispongo de algo más
de doscientas palabras y ya me he comido más de la mitad presentando al
protagonista —le di mi palabra— de esta columna. Cuando me lo encuentre en el
bar una mañana de estas, me pedirá explicaciones y me recordará lo duro que es
y lo jodida que ha sido su vida y yo me excusaré diciendo que una mala tarde la
tiene cualquiera pero que otra semana le escribo la columna que se merece un
tipo duro como él, que no tuvo una vida fácil, etcétera.
ÚLTIMA HORA, 12/03/19