Resucitar a los muertos
En la ficción es posible resucitar a los muertos. He
aquí algo en común entre el cristianismo, la literatura y los blogs.
Efectivamente, he decidido devolver a la vida este viejo cadáver. ¿Por qué no?
Me resulta estimulante escribir para siete u ocho personas, esta especie de
intimidad crea vínculos fuertes, perdurables. Menuda tontería. Pero con
tonterías así se forjan las grandes carreras. Tampoco es que yo pretenda una
gran carrera. La carrera ya terminó y yo atravesé la meta con el pelotón de los
tontos. El grueso del pelotón, qué gran familia. Digamos que ahora nos
encontramos en el cóctel de después. Aquí estoy yo, uno más. Siempre es mejor
ser uno más que uno menos. A vosotros, estos siete u ocho lectores, os diré que
ha llegado el tiempo de la promoción. Efectivamente, tengo novela nueva, Mi Berghof particular, y toda
novela nueva merece ser olvidada con un poco de pompa, sin empujones ni
codazos. Qué no se diga que le negué alguna que otra caricia. En fin, por hoy
es suficiente. Pero volveré. Mantendré este fuego encendido, aunque no caliente
a nadie, ni siquiera al que lo revivió.