sábado, 8 de enero de 2022

Taller de escritura: sinopsis + propuesta editorial



Sinopsis:

Un día del mes de julio, Santi Biza recibe la visita de un viejo amigo que le propone hacerse cargo de un taller de escritura creativa. Biza acepta sin sospechar que ese taller pondrá su vida patas arriba. En él confluirán un antiguo compañero universitario con el que años atrás tuvo un encontronazo a causa de una mujer, un clown con problemas de ansiedad incapaz de escribir dos frases seguidas con un mínimo de sentido, una mujer callada poseedora de unos ojos capaces de irradiar una luz oscura bastante inquietante, perpetradora de unos relatos realmente terroríficos, una adolescente cuyos padres la obligaron a apuntarse al taller para tratar así de encauzar su aptitud innata para la mentira y tres jubiladas con mucho tiempo libre y poca pericia literaria. A este elenco de personajes, hay que añadir a la agresiva y desequilibrada Silvia, conserje del Centro Cultural Resistencias, lugar en el que se imparte el taller de escritura.

Tres meses después de iniciarse el taller, Santi Biza empieza a recibir mensajes anónimos intimidatorios. Cualquiera de sus alumnos podría estar detrás de ellos. Esos mensajes consiguen que asuntos del pasado que Biza creía superados regresen al presente. No, Biza no fue ningún santo, pero ya ha pasado mucho tiempo de los salvajes años noventa. Los mensajes no cejan y ponen en jaque la integridad mental del protagonista. Llega un momento en que el profesor teme por su vida y por la de su familia. Es necesario intentar desenmascarar al acosador. ¿Será capaz de hacerlo antes de que esos mensajes arruinen la vida más o menos perfecta que Biza creía haber conquistado?

 

Propuesta editorial:

Creo que fue Bolaño el que dijo que toda novela debería escribirse como si fuera un policial, aunque no fuera un policial. Esta propuesta responde a esta idea. Por un lado, hay intriga, tensión narrativa que va en aumento a media que nos acercamos al clímax. ¿Quién es el autor de los mensajes intimidatorios? ¿Por qué lo hace? ¿Qué tiene contra el protagonista? Por otro lado, la novela busca ser un ejercicio práctico de cómo escribir una novela. Ahí están el planteamiento, nudo y desenlace, sus puntos de giro, su clímax, en fin, todas esas cosas que se ven en los talleres de escritura. Así, en última instancia, la novela funciona como reflexión sobre el hecho de escribir ficción. ¿Es posible enseñar a escribir? ¿Sirven de algo los talleres? Pero sin perder de vista en ningún momento que lo verdaderamente importante, más allá de la reflexión que provoque el relato, es el relato mismo, los mecanismos que hacen que su lectura no resulte aburrida.

 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Taller de escritura (novela)

 


Ya está aquí. La tengo a mi lado mientras tecleo estas palabras. Se titula Taller de escritura y es hermosa. No puedo dejar de mirarla, de tocarla. Me gusta todo de ella: su color, su tacto, pero lo que más me gusta es su interior, tan oscuro y luminoso a la vez. Estamos en esa fase, tenéis que comprenderlo. La acaricio, la abro al azar y leo alguno de sus párrafos. Sé que un día nos aburriremos el uno del otro, pero no ahora, aún queda mucho para eso. Ahora es el enamoramiento, es deciros que ya está aquí y que os espera. Ojalá le deis una oportunidad.

Se puede adquirir en los puntos habituales de venta.

Y ahora tengo que dejaros para seguir toqueteándola. Es un vicio.


https://www.agapea.com/Javier-Canaves/Taller-de-escritura-9788483595497-i.htm 

https://www.todostuslibros.com/libros/taller-de-escritura_978-84-8359-549-7 

https://www.libreriacanaima.com/libro/taller-de-escritura_611194 

https://www.popularlibros.com/libro/taller-de-escritura_1112451 

https://www.buscalibre.es/libro-taller-de-escritura/9788483595497/p/53788804 

https://www.libreriabahiadeletras.es/es/libro/taller-de-escritura_L220030065 

Etc. 


domingo, 15 de agosto de 2021

Julio. Dos articulillos

 La caza

Hemos quedado para cenar. Somos un grupo de cuatro amigos. Nos encontramos en las mesas exteriores de un restaurante situado en una zona popular de Palma. De pronto, nos percatamos de que una cucaracha se aproxima a nuestra mesa. No es agradable, mientras cenas, tener correteando entre tus pies una cucaracha. Para deshacernos del molesto invitado, doy una patada al suelo. El bicho capta la indirecta y decide retroceder. Llega hasta uno de los árboles que hay en la acera. Se detiene. Parece dudar. Entonces, de la nada, para sorpresa de los que observamos la escena, aparece una salamandra no mucho mayor que la cucaracha y, de un bocado, apresa al insecto y se lo lleva a su escondrijo. Ha sido un visto y no visto. Hay gente que organiza safaris para ver este tipo de cosas. El salvajismo de la escena contrasta con la pulcritud de la caza. No hay gritos, no hay sangre, solo un estar y, acto seguido, dejar de estar. Capacidad de sorpresa, precisión y elegancia. Así el juego de los mejores equipos. Una buena fórmula para cualquier novelista.  

13.07.21

*

Días perfectos

Libros del Asteroide ha publicado una de las novelas de lo que va de año. Se trata de Los días perfectos, de Jacobo Bergareche. Es una novela que habla del tedio, de los efectos del paso del tiempo en la vida de las parejas. También es, por supuesto, una impugnación al matrimonio. Se dice en ella que la muerte no separa a los cónyuges, sino que los une para siempre. Según Bergareche, en la ceremonia, en vez de eso de “hasta que la muerte nos separe”, debería decirse “hasta que el tedio nos separe”. También podría decirse que la novela es un tratado de la pasión como patología. Y de banda sonora: Faulkner, Neil Young, Lou Reed, los Rolling… Un libro incómodo, que a veces duele, sobre todo si estás casado hace años y tienes hijos. Pero también un libro hermoso, divertido, luminoso, que sabe hurgar en la herida y sabe extraer poesía de ahí de donde solo piensas que pueda salir óxido. Y, con todo, un libro sobre la apuesta insensata y maravillosa que es la vida en pareja. Con su montón de días anodinos, grises, a veces incluso asfixiantes, y esos pocos días perfectos que nos ayudan a seguir adelante, un poco más. No se la pierdan.

27/07/21


miércoles, 30 de junio de 2021

Junio. 3 articulillos

 

Edades

La otra mañana, en el coche, Sofía me dijo que la mejor etapa de la vida era la que iba de los cero a los diez años. ¿Ah, sí?, respondí. ¿Y cómo es eso? Es que cuando tienes la edad de los abuelitos, me explicó mi hija, que tiene siete años, siempre te duelen los huesos y ya no puedes moverte con agilidad y prefieres pasar la tarde sentada, frente a la tele. Cuando eres madre o padre, prosiguió, tienes que estar pendiente de muchas cosas, cosas de la casa y del trabajo, y nunca paras y eso es muy estresante. Y cuando llegas a la edad del pavo, te vuelves un poquito loca y, además, te distancias un poco de los padres y eso no me gusta, me da pena. Yo le sonreí a través del espejo retrovisor interior y le dije que hay muchas formas de estar unidos y que disfrutara de todas las etapas de la vida porque todas tenían sus cosas buenas y tal. Como padre, no sé, pero como coach motivacional experto en crecimiento y autoconocimiento tengo futuro, ¿no?

UH, 01/06/21


Ciutat 30

Lo intentamos, sí, pero resulta muy difícil circular a 30 km/h. Los coches no están hechos para ir a esta velocidad, la vida que llevamos no está hecha para los 30 km/h. Es como afrontar la final de los 100 metros lisos con la mentalidad de un paseante. Vivimos una vida acelerada y los paseos los reservamos para los sábados y domingos. Al salir del trabajo tengo que pasarme por casa de mis padres para recoger a mi hija y llevarla a una de las extraescolares que realiza. De ahí tengo que irme a casa, cambiarme de ropa y salir para el taller de escritura que imparto. Finalizado el taller, tengo que volver a casa y ponerme con la cena o el baño de la niña. Hoy en día las parejas se van turnando para intentar llegar a todo. Tenemos la vida plagada de reuniones, horas extra y citas con el pediatra. Y hay que pasar la ITV, ir al dentista, al gimnasio, al psicólogo, al despacho de nuestro asesor fiscal. Sin que te des cuenta, el pie pisa el acelerador. Hay que estar muy concentrado para ir a 30 km/h. Ser una ciutat 30 en una vida a 120 no deja de ser un contrasentido. Pero lo intentaremos. Entendemos los motivos y lo intentaremos. Eso sí, alguna multa caerá. Seguro.

UH, 15/06/21


Reunirse

Hay gente cuyo trabajo consiste básicamente en reunirse. Y no se crean, no todo el mundo puede pasarse el día entero de reunión en reunión. Se necesitan muchas tablas para estar ahí hora tras hora y no parecer un elemento más de la decoración de la sala. Van pasando frente a tus ojos temas diversos, caras de interlocutores, salas de reuniones, plataformas digitales, tazas de cafés, chistes más que sobados… y tú ahí, con tu sonrisa, asintiendo, aportando un nuevo punto de vista, matizando, planificando una nueva reunión para aclarar o profundizar en ese punto que no estaba sobre la mesa, en el orden del día. Créanme, hay que ser muy bueno y tener muchas tablas y mucho oficio para no perder la cabeza, para parecer un tipo coherente, sensato, informado. Sirva esto de homenaje a aquellos hombres y mujeres cuyo trabajo consiste en reunirse a todas horas. La supervivencia de nuestra civilización recae sobre sus hombros. Y ahora tengo que dejarles, me esperan en una nueva reunión. En un par de martes me tienen de vuelta.

UH, 29/06/21 


sábado, 1 de mayo de 2021

¿De qué va esto de escribir poesía? Un ejemplo práctico

 

Estamos los tres en la cama —mi  mujer, nuestra hija y yo— cuando, de repente, Sofía anuncia que acaba de inventar un poema. «¿En serio?», pregunto. Y sin que se lo pida empieza a recitarlo: «La noche está aquí, el día llegó. En este lugar se escucha mi voz». «Qué bueno», la felicito. «Es hermoso», dice mi mujer. Pero después añade: «¿No has querido decir que la noche ya no está aquí?». «No», replica Sofía, «el poema empieza diciendo que la noche está aquí». «Pero si la noche está aquí, ¿cómo puede llegar el día?». Nuestra hija no tiene respuesta a esa pregunta. Entonces intervengo yo: «Es posible porque se trata de un poema». Y continúo: «La poesía no va de decir lo que ya sabemos, el poema que nos cuenta que hay luz durante el día y oscuridad cuando es de noche es un poema que no nos dice nada, un mal poema». Las dos se desentienden de mis explicaciones, pero yo me quedo un rato más pensando en lo que acabo de decir. Que la voz de uno sólo se pueda escuchar cuando el día y la noche confluyen habla de lo difícil que resulta alzar la voz propia. A veces, la poesía desciende quién sabe de dónde y brota de quién menos lo esperamos. Después —y esto ya es el oficio— hay que pulir ese chispazo inaugural. Pero sí, la poesía consiste en decir «la noche está aquí y el día llegó». Lo otro es mera redacción.


Artículo publicado en Ultima Hora el pasado 9 de marzo bajo el título «La noche está aquí». 

domingo, 14 de febrero de 2021

Primeros artículos 2021


Aguacates verdes [09.02.21]

Este texto nace en domingo, en un documento Word de mi portátil. De ahí viaja por la red de comunicación electrónica hasta un servidor de correo, que lo reenvía a una de las bandejas de entrada del diario Ultima Hora. En sus instalaciones, las palabras que ahora brillan en mi pantalla se convierten en tinta impresa sobre papel periódico. Entonces llega el martes y, después de desayunar, salgo de casa y me acerco al quiosco y me compro el diario. Lo abro por la página que contiene este artículo y le saco una foto. Unos días después, subo la foto a Instagram y Facebook. La imagen que contiene estas palabras recibe diez, veinte, a veces incluso treinta Me gusta. Los pulgares hacia arriba son símbolo de aprobación. Eso reconforta, hace que nos sintamos parte de la comunidad. Pero eso también contiene un peligro. En el confort, en la aceptación, no se producen cambios, uno fácilmente acaba sonando como la playlist de un niño de seis años. Y eso es aburrido. Nada como un puñetazo para activarnos y devolvernos a la vida. Por lo demás, es posible que la página que contiene este artículo termine envolviendo un aguacate que necesita madurar. Todos hemos sido aguacates verdes. 


La ley de la selva [26.01.21]

El sábado por la noche vimos El libro de la selva, la película de Disney inspirada en los cuentos de Rudyard Kipling. En varios momentos de la película, los animales recitan lo que ellos llaman la ley de la selva: «La ley de la Selva es tan antigua y natural como el cielo, cuando un lobo la cumple prospera y cuando la quiebra muere, el lobo es la fuerza de la manada y la manada es la fuerza del lobo». O de un modo más marketiniano: solo unidos podremos subsistir. ¿Quién puede resistirse a un buen endecasílabo? A lo que iba. Fue escuchar la ley, recitada por unos lobos, y pensar en los retos que la humanidad va a tener que afrontar, y perdonen la grandilocuencia. Ante retos globales, solo una acción global, consensuada, puede resultar eficiente. ¿Acaso la pandemia actual no nos lo ha enseñado? Dar respuestas individuales a un mal común es una mala estrategia. Y es mala porque no es efectiva, porque lo único que hace es prolongar el problema en el tiempo. Dicen que pensar en el largo plazo es un lujo que los gobiernos, pendientes de las encuestas, no se pueden permitir. Pero no se trata de un lujo, qué va, ni siquiera de sentido común. A estas alturas, es cuestión de supervivencia. Háganles caso a los lobos, ellos saben.


Decadencia [12.01.21]

Nevadas al margen, ahora todos hablamos de Donald Trump. Se dice que el trumpismo busca dinamitar la democracia y para eso crea realidades paralelas sin matices, emotivas, fáciles de digerir y, sobre todo, fáciles de defender: una bandera y un eslogan son suficientes. O comulgas con el discurso del líder, o pasas automáticamente a las filas del enemigo. Pero el mandatario de Nueva York no ha inventado nada, no alcanzó la presidencia para cambiar la realidad. Cuando accedió al trono, la realidad ya había cambiado. Digamos que Trump es el resultado de esa realidad alterada, un fruto grande, vistoso, en el árbol más importante del jardín. El populismo venía de antes y es reflejo de la decadencia de nuestra sociedad. ¿Y cuándo se inició la decadencia en Occidente? Hay quienes dicen que empezó en la década de los noventa del pasado siglo y eclosionó entre 2004 y 2006. Desde entonces, nuestra incapacidad para comprender y aceptar todos los cambios que alteran el mundo y la proliferación de charlatanes que pretenden sacar rédito de todos nuestros miedos nos hace desear líderes fuertes, que simplifiquen las cosas y nos señalen el enemigo. Un culpable claro y un himno bajo el que desfilar hacia la promesa de una sociedad mejor, más segura, eso es todo lo que queremos. 


domingo, 24 de enero de 2021

Últimos artículos 2020

 

Manos (15/12/20)

Junto mis manos. Como cuando de niño rezaba. Como cuando con ellas construía un telescopio con el que explorar el cielo. O como cuando hace frío y con tus manos creas un pequeño cuenco y soplas aire caliente en su interior. Contemplo mis manos. Nunca antes las miré tanto, nunca fueron tan sospechosas. Las manos se hicieron para tocar y agarrar, para llevarse los alimentos a la boca. Unas manos escrupulosamente limpias siempre despertaron desconfianza. Alguien que no quiere mancharse las manos, alguien que prefiere que el trabajo sucio lo hagan otros. Las manchas de la edad merecen respeto. Las uñas con tierra son sinónimo de niños jugando al aire libre. Las manos llenas de grasa después de comer o reparar un motor son manos satisfechas, útiles, honradas. Del amor se sale con las manos pringosas. Tocar es peligroso, pero no hacerlo es morir. Es necesario lavarse las manos porque es necesario manchárselas. Amasar, dar forma, hundirlas en la tierra, en el mar. Las manos de las personas que más queremos, ese calor tan necesario. Nunca antes nos lavamos tanto las manos y, sin embargo, nunca fue más fuerte la sensación de que muchos andan con las manos sucias. Y no sucias de grasa, de tierra o de sudor. Hablamos de otro tipo de suciedad, esa que apenas deja rastro.


El enemigo (29/12/20)

Pienso en esas personas que se sentirán desnudas si no salen a la calle con la mascarilla puesta. Hablo de cuando la pesadilla actual haya pasado y podamos volver a hablar de asuntos que no tengan que ver con restricciones de movimientos o recuentos macabros. Hablo de cuando podamos reanudar nuestra vida en las aceras y los locales de las ciudades sobrepobladas. ¿Alguien se ha parado un segundo a pensar en esas personas? ¿Les inventaremos un síndrome? ¿O simplemente los llamaremos prudentes? ¿Sabremos ser comprensivos o nos reiremos de su obsesión o exceso de celo? ¿Llegaremos a ver carteles en las puertas de los bares en los que se prohíba el uso de mascarillas? ¿Cómo actuaremos con esos desconfiados? No faltarán quienes los comparen con esos soldados japoneses que, finalizada la II Guerra Mundial, decidieron no rendirse y deambularon durante años por las colinas filipinas. Años vagando por la espesura de la selva, con el fusil cargado. ¿Acaso no hemos abusado del argot bélico para hablar de cómo actuar frente a la pandemia? ¿Acaso no nos están advirtiendo de que la vacuna no será más que un breve paréntesis mientras esperamos el siguiente ataque? Y a todo esto: ¿sabemos ya la identidad del enemigo? 


viernes, 18 de diciembre de 2020

Héroes y villanos

Ocurre que a las celebridades, a los famosos y famosas de turno, no los concebimos como personas reales, de carne y hueso, sino como personajes de ficción, seres como de otro mundo, a los que idolatrar o destripar sin mayor problema, como parte del espectáculo. En la ficción, es posible desear que tipos como Chigurh (Javier Bardem en No es país para viejos) o Hannibal Lecter (Anthony Hopkins en El silencio de los corderos) se salgan con la suya, aunque eso suponga un buen puñado de cadáveres. ¿Acaso no nos descojonamos de la risa cuando Vincent y Jules (John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction) la emprenden a tiros con aquellos jovencitos que han querido estafar a Marsellus Wallace? Y es que a los personajes de ficción –y las celebridades son como personajes de ficción– somos capaces de perdonárselo todo, los amamos sin que nada (una cobardía, un mal aliento, una respuesta inapropiada) se interponga entre nosotros y ese amor. Del mismo modo, somos capaces de desearles el peor de los finales sin un atisbo de duda, de manera sumaria. Son nuestros héroes y villanos, nuestro baño de espuma y nuestro saco de box. ¿Cómo no ser indulgentes con aquellos que fueron capaces de arrancarnos de nuestras miserias por unos momentos? A ellos los podemos idolatrar (o reventar) sin cargo de conciencia, como si no fueran personas mundanas con sus luces y sombras.

ULTIMA HORA, 01/12/20 


sábado, 12 de diciembre de 2020

Septiembre, octubre y noviembre. 6 articulillos

 Librería: En ocasiones, me planto frente a la librería y recorro con la mirada los lomos apretujados, sin distancia de seguridad, que descansan en ella. En ocasiones, agarro uno de esos libros y empiezo a leer. Me parece fascinante que una tecnología tan rudimentaria, tan antigua, sea capaz de albergar tanto en su interior. Esta tarde, por ejemplo, alcancé Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi, y lo abrí por la primera página. Calculo que leí esta novela cuando era un estudiante de derecho. Ha llovido mucho, como suele decirse. Ha sido adentrarme en los primeros párrafos y sentir cómo ese mundo dormido, aprisionado en esas páginas, empezaba a cobrar vida. Ahí estaba el católico Pereira, en la redacción del Lisboa, aburrido, despotricando contra la idea de la resurrección de la carne, concertando una cita con Francesco Monteiro Rossi, licenciado en filosofía. ¿No es un arranque magnífico? Una llamada inesperada fruto de la casualidad, una cita con un desconocido. Acto seguido, he cerrado el libro y lo he devuelto a su lugar. En ocasiones, con esto me basta. En ocasiones, no me queda más remedio que abrir un documento Word y empezar a teclear. ULTIMA HORA, 17/11/20


Fases de la escalada: Todo empieza con restricciones a la movilidad por zonas, algo tan efectivo para prevenir o curar la covid-19 como añadir pimiento picante a la sopa. Se pasa, después, a los famosos cierres perimetrales, que se parecen mucho a las medidas desesperadas que tomas cuando empiezas a intuir que todo está perdido, que en breve van a cerrar la discoteca y aún no le has dicho nada a la chica que te gusta, y mira que llevas cuatro horas pensándotelo, y te pides una última copa y te la bebes de un trago y vas directo a la pista y cuando estás por decirle «hola, qué tal» se encienden todas las luces y se te queda cara de tonto, la misma que se nos está poniendo a todos a fuerza de no entender nada de lo que pasa. Sí, ya sé, un mal ejemplo, poco adecuado a esta nueva normalidad. Pero sigamos. Tras el cierre perimetral, llega el tan agotador confinamiento, que tanta creatividad nos exige y que obra el milagro de hacernos añorar nuestro antiguo trabajo. Pero la cosa no acaba aquí. Tras el confinamiento llega la extinción masiva, en fin, nada que no se supere con un poco de tiempo. Dicen que la Tierra ya ha vivido cinco o seis extinciones masivas. Y ahí vamos, a por la siguiente. [UH-03/11/20]

Un viaje inesperado

Iniciamos la ruta en Fornalutx. En la placita junto a la iglesia, nos pedimos un café. Yo tendría unos dieciocho años, aún no era excesivamente sensible a la belleza del paisaje. Eso se adquiere con el tiempo. Por aquel entonces, mis ojos eran medio ciegos para todo aquello que no fuera yo. Imagino que mi padre debió hacer algún comentario sobre aquel pueblo de calles empedradas. De allí seguimos dirección a los embalses. En el Gorg Blau detuvimos el coche y caminamos hasta el agua. Era como estar en otro planeta. Regresamos al coche. Pasamos por Escorca, por Lluc, pero no nos detuvimos. «Te voy a llevar a comer el mejor chateaubriand de la isla», anunció mi padre. Yo no sabía qué era eso. Al fin llegamos al restaurante Tango, en Port de Pollença. Era a principios de los 90. Creo que el restaurante sigue existiendo, pero en otro lugar, con otros dueños. Allí comí mi primera carne roja y compartí mi primera botella de vino tinto. Hasta entonces, me relación con el alcohol se reducía a los botellones propios de la adolescencia. Un mundo nuevo se abría ante mis ojos. Ese día, algo despertó en mí. Lo recuerdo como el inicio de un viaje inesperado.  (Última Hora, 20-10-20)

 

Escribir: ¿Para qué sirve la literatura? ¿En qué consiste escribir? Todos los escritores ya dieron su opinión. Las respuestas a esas preguntas imperecederas constituyen un género literario. Podríamos llenar páginas y más páginas recopilando todo lo que dijeron del asunto los diferentes escritores. Al final, esas respuestas no proporcionan luz, al menos, no la luz que uno espera recibir después de formular una pregunta. Esas respuestas buscan persuadir, por eso son un género literario. Si tú preguntas dónde están los calcetines, todo lo que no sea «en el cajón de arriba» es una pérdida de tiempo. Quiero decir, si tú me preguntas dónde están los calcetines y yo empiezo a hablarte de lo fríos que se me ponen los pies en invierno, de mi obsesión por evitar los charcos o de lo fabulosas que resultan las tobilleras con bolsas de gel térmico, entonces no estoy respondiendo a tu pregunta, estoy haciendo literatura. ¿Por qué? Porque busco captar tu atención, porque busco seducirte. Entonces, esa pérdida de tiempo se convierte —si el relato supo entretenerte— en tiempo ganado. Seguirás sin saber dónde están los calcetines, pero esa pregunta ya no será importante. De repente, podrás seguir sin conocer la respuesta. UH, 06/10/20

  

 Addio, amoreCuando leas esto, el otoño estará de vuelta. Ahora, mientras tecleo, sigue siendo verano. Si miro por la ventana, puedo ver la piscina de los vecinos. Pese al calor que ha hecho hoy, se diría inservible, en pleno letargo. Hay un aire de despedida que lo impregna todo. Le debemos tanto al verano. Los recuerdos llegan a ráfagas. Es otra piscina, creo que en Santa Ponça, pero no estoy seguro. ¿De quién es ese chalet? ¿Qué hacemos allí? Un grupo de chavales estamos nadando. Hay chicos y chicas. Debemos tener unos doce años. Nos perseguimos, hacemos el tonto. Cuando Amelia, la hermana mayor de uno de mis amigos, va a salir de la piscina, alguien le agarra del bikini y tira para abajo y yo puedo verle el vello oscuro y eso me deja medio loco, sin capacidad de pensar en nada que no sea ese nubarrón fascinante. También recuerdo la vez que fui a buscar a mi amigo Paolo. Su madre, una italiana extrovertida, eternamente bronceada, me abrió la puerta con los pechos al aire. Ciao, Javi, entra, Paolo è in camera sua. Y yo entré, claro, fueron muchas las veces que entré en esa casa con mi imaginación. Tantas cosas ocurrieron en verano. Addio, amore. Aún no te has ido y ya te echamos de menos. ULTIMA HORA, 22/09/20

 

Mascarilla

Me he infiltrado en la Liga de Hombres y Mujeres Libres contra el uso de la Mascarilla. Después de convivir con ellos algunos meses, lamento anunciar que, más allá de un convencimiento cuasi religioso del tremendo mal que inflige la mascarilla a sus portadores, no he encontrado un rasgo común capaz de homogeneizar dicho grupo. Hay liberales de derecha que creen que la mascarilla atenta contra su sacrosanta libertad a la hora de decidir cómo salir a la calle. Hay conservadores democráticos y conservadores nostálgicos de otros tiempos que ven en la mascarilla una especie de bozal que les dificulta ladrar lo que el cuerpo les pide. Hay anarquistas antisistema adictos a Instagram que ven en las mascarillas la punta de lanza de un sistema represivo adscrito al capital. Hay izquierdosos de espiritualidad elevada que estiman que el uso generalizado de la mascarilla es el primer paso hacia una sociedad robótica en la que el contacto humano estará estigmatizado. Incluso hay socialdemócratas de cierta edad, de carné y voto fijo, que se creen víctimas de una especie de saneamiento demográfico. Pero lo mejor, sin duda, es la lección que extraigo después de convivir con estos hombres y mujeres: incluso entre antagonistas, el acuerdo es posible. Buenos días. UH, 08/09/20


sábado, 19 de septiembre de 2020

Agosto. 2 articulillos

 

UH, 11/08/20

Ser justo

En uno de sus poemas, el titulado “Cómo ser perfecto”, Ron Padgett afirma: «Cuida primero de las cosas cercanas. Ordena tu habitación antes de salvar el mundo. Después, salva el mundo». Me resulta muy sencillo, a mi edad, identificarme con esta afirmación. Mi hija de diecisiete años, incapaz de mantener ordenada su habitación más de una hora, diría que es una frase conservadora, propia del pequeño-burgués acomodado, amante del orden, en que me he convertido. Me parece bien. A mí, a los diecisiete, también me habría parecido una frase aborrecible. Ahora, que alguien al que le cuesta un mundo ayudar en las tareas domésticas, es decir, no predispuesto a echar una mano a los currantes que con su esfuerzo mantienen en condiciones el lugar en que se vive, despotrique contra los que no se arremangan para mantener el barco a flote, es decir, contra los que solo piensan en su comodidad, me parece una incoherencia a tener en cuenta, eso sí, una incoherencia entendible, ya que todos, más o menos, hemos sido así de adolescentes, quiero decir, hemos sido así de incoherentes. Hay cosas que uno debe tener en cuenta si quiere ser justo. Buenos días. 

UH, 25/08/20